Nuevo párrafo


De cómo comenzó esta aventura.


 Nunca he sido el chico más popular de la escuela, ni el que más amigos tenía. Contaba con los dedos de una mano a mis amistades. No pienses que esto es un drama, o algo negativo. Simplemente no quería ni necesitaba más. Generalmente prefería la compañía de los libros de la biblioteca o una conversación interesante con los profesores que estar pateando un balón en el recreo. Poco a poco la lectura dió paso a la escritura, era en la escritura donde podía expresar sentimientos que ni siquiera yo sabía que estaba sintiendo.

 Con los años me fui enamorando más y más de las letras, la escritura y la lectura. No esa lectura rápida y odiosa, la lectura de verdad, en la que sientes como las letras hacen el amor entre sí. En que observas a la “I” lujuriosa susurrar a la “S” en toda su amplitud la belleza de sus curvas. En que la “J” cordobesa, aspirada y suave, acaricia la campanilla al jugar en la boca. Esa lectura que lleva mundos que sólo existen en la imaginación y que une el alma del escritor y del lector.

 Pero no todo en la vida son rosas e ilusiones. En algún momento se cruzó en mi vida una mujer que pisó todo lo sembrado, destrozó lazos, amor y paz. En estos años que duró esa mala relación paseaba a solas por Córdoba, y el amor a la ciudad que me ocultaba y protegía, en la que me evadía se hizo letras y mi necesidad de compartirla con el mundo dió principio a la página de Facebook que ahora existe.

 Esa relación terminó de forma que necesité ayuda profesional para limpiar el alma. Nada más entrar en la consulta, el psicólogo detectó rasgos T.E.A. y tras unos pequeños tests confirmó mi autismo, soy asperger, ahora tengo el certificado de capullo con papeles.

 De nuevo la escritura fue la salvación. En los años que siguieron he conocido a otras personas que han sanado las heridas y han vestido mi corazón de nuevas ilusiones. Ellas me animaron a seguir en mi camino, a presentar mis textos para una editorial. Y no te engañes, querido lector, no es tarea fácil. Primero se acercaron las editoriales “buitre”, esas que publican tu libro, sin siquiera leerlo, a cambio de tu dinero. Pero yo creí y creo en mi talento, y si no lo tengo, no me iba a autoengañar. Así que seguí apostando por este sueño hasta que “Talón de Aquiles” me dio la oportunidad que ahora tengo entre las manos. Fue y es un sueño difícil, que requiere mucho esfuerzo, como casi todo lo que vale la pena en esta vida. Pero que con mucho esfuerzo y vuestra ayuda, poco a poco va haciéndose realidad.


Gracias de nuevo

De como me hizo el amor

  Cuando lo conocí me dijo que me quería, y yo, para ponerle a prueba le dije “Hazme el amor como no me lo ha hecho nadie”, y me lo hizo como nadie, vaya si lo hizo.


  En menos de una hora estaba montada en el el tren rumbo a la ciudad que él ama, no diré nombre porque ahora es mi ciudad del amor también. Reservó para mí el asiento de ventanilla, como a mí me gusta, y eligió un libro donde las palabras encajaban perfectamente con el rodar de los vagones sobre los raíles. No sé cómo logró que el tempo de las palabras se acompasara al de las ruedas sobre las vías. 


  Nada más salir de la estación robó para mí una rosa del parque que él llamó “los Patos”. Paseamos al sol y sombra, entre juegos de perros y carreras de niños en paz me tomó de la mano. Con su dedo pulgar rozaba mis dedos y abrazaba mi alma a cada paso. Después nos sentamos en una terraza, entrando por la Puerta de la Luna y rodeados por las viejas murallas nos abrigamos del calor de Abril con unos medios de vino. 


  Atontados por los desvaríos del alcohol, viajamos entre sueños de su barrio judío. Me hizo sentir como la mujer más deseada del mundo cuando lo pillé “in fraganti” observando como mi vista se perdía entre los arcos de su antigua Mezquita árabe y se maravillaba con la Catedral cristiana que escondía en sus entrañas.


  Comimos en un restaurante de esos en que te sirven sin prisa. Tardamos nuestro tiempo en decidirnos por el vino que tomar. Menos tardamos en elegir cuando el camarero nos indicó las especialidades de la ciudad. Él sabía perfectamente que íbamos a pedir salmorejo y flamenquín, pero dejó que la amabilidad del mesero terminara de embotar mis ya mareados sentidos. Con sus cubiertos me ofreció el primer bocado de cada plato y sonrió de plena alegría al ver en mi cara el placer que salía desde el paladar. Esperó a que yo terminase de comer y tomó lo que había sobrado, porque su ánimo de niño crecido en familia pobre no le permite que sobre comida en los platos.


  En el paseo por los jardines del Alcázar de los Reyes Cristianos me hizo sentir como una princesa por enésima vez en el día y el dibujo de sus manos entrelazadas en un abrazo suave a media tarde, mientras escuchábamos cantar a esos dos jóvenes armados sólo con su guitarra y su voz gitana de flamencos puros aun vive en mi recuerdo. Recortado con el paisaje a  la luz tenue de una tarde que escapa con el Guadalquivir al pasar bajo los ojos de su Puente Romano, montando mesnadas de sueños a caballo bajo las olas fluviales.


  Casi terminamos la noche con acento bohemio en una plaza cuadrada al más puro estilo castellano, podría desentonar en una ciudad árabe, pero esta ciudad es un encuentro entre culturas y no puede describirse si no se ha vivido.


 Con la luna bostezando sobre nuestras cabezas llegamos al hostal que había reservado. No era un hotel suntuoso, era un hostal pequeño y humilde, como él, pero de habitaciones amplias, limpias y llenas de detalles que descubrir, alrededor de un patio vestido de geranios y damas de noche que perfumaban el recinto. Como su corazón, pequeño, humilde, lleno de detalles por descubrir y perfumado. Una vez metidos en la cama, besó mi frente y me abrazó durante toda la noche. Dejando que su calor desnudo abrigarse el frío que desaparecía de mi corazón. 


 A la mañana siguiente el desayuno estaba listo, él mismo había madrugado para que yo tomara café y un bizcocho al despertar. Hasta ese día había confundido hacer el amor con tener sexo, que tuvimos, tenemos y tendremos, pero juro que nunca más confundiré estos términos.



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Así soy

Soy más soñador que escritor. Voy recogiendo en líneas, a trazos en papel, lo que el alma no puede gritar. En ocasiones líneas alegres, en otras invadidas de nostalgia, pero siempre llenas de la propia pasión vital en cada palabra.

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Jorge.arriaga.diaz@gmail.com

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